
Escribe Guillermo Fernández Vara en su blog sobre la medida de reducción del 30% de los altos cargos de la Junta de Extremadura y de que es una medida que puede tener poca trascendencia en el montante global de reducción de gastos, ya que no significa tanto en términos económicos.
Y en nuestras conversaciones durante las comidas en Servicios Centrales de la UEX y en el blog de Guillermo, Juan Antonio Doncel ya ha propuesto varias veces este tema, que quizás sería bueno aplicar el concepto de reparto del trabajo en los tiempos difíciles que vivimos.
No sería nada banal disminuir un 25% las horas de trabajo, pasar de 8 a 6 horas, con las consiguientes reducciones de sueldo y de cotización a la Seguridad Social. De esta manera, cada tres trabajadores que así lo hiciéramos generaríamos un cuarto puesto de trabajo con el mismo sueldo y cotización. En realidad no es una generación de puestos de trabajo, ya que no son puestos nuevos, pero sí tendría como consecuencia una disminución de los gastos públicos derivados de ayudas y subsidios de los desempleados que se beneficiaran de esta ayuda, con la consiguiente disminución de la deuda, tan necesaria en los tiempos de crisis que vivimos. Si los aproximadamente 6 millones de funcionarios nos acogiésemos a esta medida, nos encontraríamos que dos millones más podrían trabajar. Y serían más si el sector privado se acogiera a ella. Esto sí significaría una disminución importante en los gastos del estado y un beneficio significativo para todos como colectividad.
Pero..., siempre hay peros, individualmente esta medida es un sacrificio, y lo es porque en ese estado del bienestar que nos han transmitido, hemos identificado bienestar con tener más de todo: más dinero, más consumo, más propiedades, más beneficios materiales, y hemos organizado nuestras vidas alrededor de ello, viviendo, en muchos casos, por encima de nuestras posibilidades. Y esta medida supone una bajada de sueldo, algo contrario al malentendido estado del bienestar consumista. Pero también, lo que sí supone esta medida es que el tiempo diario que dedicaríamos al trabajo es sólo 1/4 de los días laborables, y no ese 1/3 que dedicamos ahora. Y tendríamos más tiempo para nuestra familia, los hijos, el ocio, la lectura, la cultura o la UNED, por poner ejemplos. Y tendríamos para reflexionar en qué mundo queremos y si bienestar significa sólo poseer más.
Sin duda que sería una medida que requiere reformas y sacrificios pero es tiempo de hacerlas y sacrificarse. Y quizás, inicialmente, de manera voluntaria y temporal, pero si el devenir la hace atractiva, puede ser definitiva. Quién sabe.
PD: gracias a todos por el interés en mi padre, ya va mejor y en casa.
Y en nuestras conversaciones durante las comidas en Servicios Centrales de la UEX y en el blog de Guillermo, Juan Antonio Doncel ya ha propuesto varias veces este tema, que quizás sería bueno aplicar el concepto de reparto del trabajo en los tiempos difíciles que vivimos.
No sería nada banal disminuir un 25% las horas de trabajo, pasar de 8 a 6 horas, con las consiguientes reducciones de sueldo y de cotización a la Seguridad Social. De esta manera, cada tres trabajadores que así lo hiciéramos generaríamos un cuarto puesto de trabajo con el mismo sueldo y cotización. En realidad no es una generación de puestos de trabajo, ya que no son puestos nuevos, pero sí tendría como consecuencia una disminución de los gastos públicos derivados de ayudas y subsidios de los desempleados que se beneficiaran de esta ayuda, con la consiguiente disminución de la deuda, tan necesaria en los tiempos de crisis que vivimos. Si los aproximadamente 6 millones de funcionarios nos acogiésemos a esta medida, nos encontraríamos que dos millones más podrían trabajar. Y serían más si el sector privado se acogiera a ella. Esto sí significaría una disminución importante en los gastos del estado y un beneficio significativo para todos como colectividad.
Pero..., siempre hay peros, individualmente esta medida es un sacrificio, y lo es porque en ese estado del bienestar que nos han transmitido, hemos identificado bienestar con tener más de todo: más dinero, más consumo, más propiedades, más beneficios materiales, y hemos organizado nuestras vidas alrededor de ello, viviendo, en muchos casos, por encima de nuestras posibilidades. Y esta medida supone una bajada de sueldo, algo contrario al malentendido estado del bienestar consumista. Pero también, lo que sí supone esta medida es que el tiempo diario que dedicaríamos al trabajo es sólo 1/4 de los días laborables, y no ese 1/3 que dedicamos ahora. Y tendríamos más tiempo para nuestra familia, los hijos, el ocio, la lectura, la cultura o la UNED, por poner ejemplos. Y tendríamos para reflexionar en qué mundo queremos y si bienestar significa sólo poseer más.
Sin duda que sería una medida que requiere reformas y sacrificios pero es tiempo de hacerlas y sacrificarse. Y quizás, inicialmente, de manera voluntaria y temporal, pero si el devenir la hace atractiva, puede ser definitiva. Quién sabe.
PD: gracias a todos por el interés en mi padre, ya va mejor y en casa.