viernes, 1 de abril de 2011

Qué puede estar detrás de la negativa a debatir


El debate es una técnica de comunicación oral (ahora también escrita en los foros de debate en internet) donde se expone la posición respecto de un tema o una problemática, y en él, no se aportan soluciones, sólo se exponen los argumentos que justifican esa posición con la intención de convencer a cuantos más mejor.

Las condiciones necesarias para que se dé un debate son varías: que haya un tema o temas que susciten el interés de un público, que es la segunda condición necesaria para que el debate se dé, la tercera condición es la presencia de un moderador o árbitro que irá introduciendo las diferentes facetas de los temas que se debatan, los turnos de palabra y el tiempo de intervenciones, y por supuesto, por último, que haya más de un debatiente con puntos de vista o posiciones antagónicas en torno a un tema o problema, no como últimamente vemos en determinados medios de comunicación, TV y radios, dónde en programas mal llamados de debate, lo que emiten son tertulias de correligionarios tratando de adoctrinar al público.

Las condiciones necesarias para hacer debates se dan en torno a estas próximas elecciones locales y regionales, por tanto, éstos podrían hacerse. Pero en el caso del debate político se hace necesario añadir una condición adicional: sopesar el interés del debate bajo la perspectiva de la ganancia o pérdida de votos. Desde luego, nada más alejado del interés que para el público pueda tener conocer los argumentos que sustentan las posiciones antagónicas en torno de un tema. En definitiva, se trata de un conflicto de intereses, el interés del político o partido que le sustenta, que no es otro que los votos, frente al interés de los votantes por conocer qué argumentos sustentan las propuestas de los diferentes partidos para cada tema.

Considerando que la calidad de la democracia de un país debería tener como indicador las veces que el interés de los ciudadanos prima en las decisiones que los políticos adoptan, respecto a las veces en que priman los intereses de los políticos, los ciudadanos deberíamos exigir que los debates tengan lugar por encima de los intereses partidarios. Pues en Extremadura tenemos políticos que se sitúan en los dos extremos: el presidente D. Guillermo Fernández Vara, al que un debate con el o los aspirantes a la presidencia podría serle poco rentable, prefiere debatir para que los votantes, que además participarían activamente en él, podamos tener la oportunidad de conocer esos argumentos y posiciones encontradas frente a los temas, algo que casi en su totalidad parecen compartir sus adversarios políticos y de debate. En el otro extremo se encuentra la posición del alcalde de Badajoz, D. Miguel Celdrán, que basa su negativa en el supuesto insulto que uno de los aspirantes, D. Celestino Vegas, le hizo, y que pese a las disculpas pedidas por éste último, mantiene su posición contraria al debate. Y es que en él prima su interés personal y supuestamente partidista, sobre el interés de los ciudadanos, hurtándonos la posibilidad de conocer qué argumentos sustentan las posiciones ideológicas y programáticas de cada uno de los que aspiran a ser alcaldes de Badajoz. Y digo supuestamente partidista porque otros miembros de su partido, como el candidato D. José Antonio Monago, sí demandan debatir a nivel regional, por lo que considero que su partido sí desea los debates como fórmula para argumentar sus posiciones.

Para acabar, puede existe una posibilidad más para explicar esta negativa a debatir, en la que sigue prevaleciendo el interés personal sobre el interés de la ciudadanía, y que se fundamenta en el hecho de que esta técnica de comunicación, el debate, es intelectualmente muy exigente, requiriendo un alto grado de preparación, una altísima concentración y una plena forma intelectual por la agilidad mental que requiere. Y podría ser que D. Miguel Celdrán no tenga ahora estas cualidades en toda su plenitud, bien por razón de su edad, bien por problemas de salud. Sin embargo, no parece ser ésta una posibilidad creíble porque entonces no hubiera querido presentarse como candidato de su partido a la alcaldía de Badajoz.

Por tanto, y como conclusión, la única razón de D. Miguel Celdrán para negarse a debatir es su negativa personal, contraria a los intereses de su partido y a los de los ciudadanos, y que muestran un rasgo de su personalidad totalmente contrario al que cualquier gobernante debería tener.

PD: enviado a publicar como artículo de opinión al HOY el día 31 de marzo de 2011.