sábado, 26 de marzo de 2011

Historia de Extremadura, historia de España


Ayer, el diario Hoy publicó este artículo a un historiador de la tierra y primo mío, Isidoro Bohoyo Velázquez, al que pedí permiso para reproducir el artículo aquí. No olvidemos de dónde venimos para entender dónde estamos.

Un terremoto de proporciones desconocidas por estas latitudes sacudió Extremadura el día 25 de marzo de 1936. Durante la madrugada de ese día, bajo un aguacero, y al grito de '¡viva la República!', decenas de miles de campesinos sin tierra (próximos a los 80.000 según las fuentes más fidedignas) invadieron, de forma pacífica y sin que se produjera incidente alguno con propietarios o fuerzas del orden, en un tono festivo, más de tres mil fincas que sumaban casi 250.000 hectáreas en prácticamente todos los términos municipales de la región, en lo que, sin lugar a dudas, constituye la mayor movilización popular de nuestra historia.
Este hito sin precedentes fue organizado y alentado por los dirigentes de los consejos provinciales del Secretariado de la Federación Española de Trabajadores de la Tierra (FETT), adscrita a la UGT, entre los que destacaron, entre otros, Nicolás de Pablo, José Sosa o Antonio Pulgarín, y fue puesto en práctica por los centros obreros de cada localidad en unos momentos de gran efervescencia política y social, un mes después de que el Frente Popular obtuviera el triunfo en las elecciones y se abrieran nuevas perspectivas y expectativas entre las capas populares y las clases sociales más desfavorecidas, que no estaban dispuestas a permitir, de nuevo, que sus anhelos y sueños se vieran truncados por la lentitud en la puesta en práctica de las reformas.
Así pues, las masivas ocupaciones de fincas significaron que el movimiento campesino extremeño, cansado de esperar más agilidad en la aplicación de la Ley de Reforma Agraria, se vio obligado a consolidar por la vía de los hechos consumados lo que por otras fórmulas legalistas no se podía conseguir: mitigar la dureza imperante en las relaciones sociales de nuestro campo y hacer frente de forma taxativa a los continuos incumplimientos de la legislación laboral por una gran parte de los terratenientes que, empeñados en boicotear las medidas reformistas que el régimen republicano iba aprobando, no dudaron en sabotearlo desde sus inicios con actitudes desafiantes y frases tan lapidarias como la conocida '¡comed República!', que empleaban para dirigirse a los campesinos desesperados que les demandaban trabajo en las plazas de nuestros pueblos.
Las pacíficas ocupaciones de fincas de marzo del 36 tuvieron su contrapunto, meses más tarde, cuando el paso de la denominada columna de la muerte sembró de terror y desolación nuestra tierra. Como ha sido puesto de manifiesto recientemente (Francisco Espinosa, 'La primavera del Frente Popular') existió una relación causa-efecto entre la participación activa en estas ocupaciones primaverales y la posterior represión del verano. Miles de esos campesinos desheredados que tuvieron la osadía de cuestionar el sistema de propiedad y las relaciones sociales vigentes y que se rebelaron contra las injusticias seculares, hubieron de pagar un alto precio por ello. Muchos lo hicieron con su vida, otros con el exilio. En consecuencia, no podemos olvidar que la Guerra Civil había estallado para que la clase poseedora de España, propietaria de la tierra, de las fábricas y de los bancos, pudiese conservar sus posesiones», como dijo H. R. Southworth en 'La destrucción de Guernica'.
Ni antes de esa fecha, ni después de ella, en Extremadura se ha asistido a algo similar. Por ello, por nuestros antepasados que lo hicieron posible y por el legado que transmitiremos a nuestros descendientes, por la memoria de todos, no podemos dejar ese hito histórico en el olvido.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Mayoría de edad


Hoy es un día especial, mi hija mayor llega a su mayoría de edad legal. Lo es para ella, lo es para nosotros, y lo es por alcanzar la mayoría de edad.

Viniendo a Cáceres me ha dado por pensar (en el coche y solo, tras casi 18 años haciendo el mismo camino, uno piensa mientras conduce) en qué significa para mi pequeña familia que mi hija mayor alcance la mayoría de edad legal, porque para ella está claro qué significa y las leyes lo marcan, pero ¿y para nosotros?

Los que tengáis hijos sabéis que tenemos y queremos mantener un cordón umbilical con ellos tras su nacimiento, de manera que nos gusta (y resalto eso de que nos gusta) que nuestros hijos sigan teniéndonos en cuenta y que, de alguna manera, sigan dependiendo de nosotros. Y esto no es natural: todas las especies tienen su programa de emancipación para su progenie como garantía de expansión y supervivenvia, y nosotros, la especie humana, tan llena de algunos sentimientos, no deseamos que así sea. Confieso que para mí es así, y es un sentimiento egoísta que a nuestros hijos en nada beneficia, pero que a nosotros, como padres, nos llena, llena una parte de nuestras vidas centradas en ellos, los hijos, la progenie.

Por eso, quizás, llevo un par de años preparando el terreno, y ante la madurez que ella va adquiriendo (confieso mi orgullo ante esta evolución) soy padre a demanda, sólo cuando ella me lo requiere, y confieso que me cuesta porque veo que cada vez es más independiente, más capaz en sus acertadas decisiones.

Qué duro es ser padre, qué bonita la mayoría de edad. Sé responsable, que sé que lo serás. Y para cuando lo requieras, aquí estoy.

PD: será la primera vez en que podrá ejercer su derecho al voto y yo, su padre, seré elegible. ¿Me votará? No lo sabré ni se lo preguntaré.

lunes, 7 de marzo de 2011

masIVA

Y como sigo pensando que el ahorro de energía es cuestión de cambiar costumbres y optimizar recursos, y que esto activa la economía, pues en casa decidimos poner el doble acristalamiento para aislarnos de los cambios de temperatura y del ruido, que vivir en una calle peatonal llena de terrazas tiene sus desventajas. En fin, que pusimos mano a la obra, y cual administración pública transparente, llamamos a tres empresas, todas ellas recomendadas por conocidos, para que vinieran a medir las ventanas (5 estándar y una doble de terraza) y nos hicieran presupuesto, de manera que nos decidiéramos por la que más nos interesara, en este caso la más barata.

masIVA y coincidente fue la respuesta, y no hablo de los precios, que no coincidían, y tampoco del tiempo que tardarían o les llevaría hacer el trabajo, no, hablo de que ninguno quería cobrar el IVA, y no sólo eso, además trataron de convencernos de la bondad de no hacerlo así. Los que me conocéis sabéis que lo de convencer mediante la palabra es parte de mí, por lo que nos enredamos de mala manera a debatir del tema.


Una de las empresas me insinuó lo raro que era, eso sí, sin llegar a decirme tonto. Sé que no le convencí, pero como era el que más caro "IVA" hasta sin IVA, lo dejé sin intentarlo más.

Otra de las empresas se quedó perplejo, lo escribo así porque en realidad no sé si es una empresa o un funcionario (me llamaba desde un número de un ente público) que fuera de su horario de servicio público (espero) se dedica al tema. El caso es que como era el presupuesto más barato, le digo que pa'lante y que, por supuesto con factura e IVA. ¡Media hora, que no pasó más de media hora desde que le dije que el trabajo me lo haría él!, y me llamó para decirme que había un error en el presupuesto, que sólo lo había hecho por 4 ventanas estándar y eran 5, lo que incrementaba el presupuesto. Increíble pero cierto, prefería perder un negocio a hacer una factura, o quizás es que jamás las ha hecho porque ni CIF tendría.

El trabajo se lo dimos a la tercera empresa, que fue la segunda en presupuesto, pero no sin antes tener que seguir escuchando las bondades de no hacer factura y lo barato que sale si el IVA no se incluye (exactamente un 18% menos). Insistí en lo caro que nos sale a todos, como sociedad, como estado, como costumbre, el no hacerlo. Por supuesto he ganado..., porque soy el que paga, pero no he convencido. Qué trabajo nos queda hacer en este campo, y aquí es verdaderamente difícil hacer pedagogía, que será lo que dirán aquellos que sólo querrían que nada cambie y no declarar sus ganancias.

domingo, 6 de marzo de 2011

De qué podemos prescindir


Hoy he salido a correr un rato, y escuchando la radio, una oyente intervino para decir la frase que he registrado en el lateral del blog, iniciando una nueva sección, la de frases para pensar. La frase hace mención a cuantas cosas superfluas tenemos y que no nos ocupemos de lo esencial, que lo pedimos a otros. Y todo esto viene al caso porque también leí que estamos utilizando un 40% de energía más de la que sería necesaria para lo esencial.

Yo no tengo ni calefacción ni aire acondicionado en casa, y no porque crea que no nos vendría bien, sino porque no lo considero esencial con el clima que tenemos. Quiero decir que si bien algunos días de invierno se hacen duros, en el piso en el que vivimos, con ponernos un sueter para estar por casa y una estufa en el salón ya nos va bien. Y en verano sí que hay un mes de mucho calor, con días de picos altos en los que ponemos una máquina que refresque el salón, pero poco más, preferimos aislarnos en lo posible del sol, cerrando persianas y ventanas. Sé que difiero de la mayoría de mis vecinos, porque esos aparatos proliferan y son bien visibles y sonoros, y porque estar en sus casas en invierno requiere de mangas cortas, pero son cosas, como otras más, que no considero imprescindibles.

Y en estos tiempos tan interesantes que estamos viviendo, merece pensar en lo imprescindible y volver a deshechar, poco a poco, algunas de las cosas superfluas que el consumismo y el capitalismo más liberal nos ha llevado a considerar como esenciales.

PD: volviendo a bloguear, que el Máster que he estado haciendo va terminando y algo más de tiempo tendré. Y contestaré cuando pueda, como antes...